En febrero de cada año, Puno se viste de gala para rendir homenaje a la Virgen de la Candelaria. La ciudad se vuelve escenario de una serie de actividades de profundo contenido cultural y religioso en honor a su patrona, donde resalta la participación numerosa de conjuntos de danzas tradicionales, rurales y urbanas. El fervor a la Virgen de la Candelaria ha ido creciendo con los años de modo tal que esta celebración se ha convertido en una de las manifestaciones religiosas más importantes del Perú y de América.
La práctica de rituales de ofrenda a la Pachamama, así como la tradicional quema de q’hapos que los conjuntos tradicionales realizan los días previos frente al santuario de la Virgen, señalan la relación cercana de expresiones simbólicas propias de la cosmovisión andina ancestral que se mezclan con los elementos católicos y que en conjunto estructuran la celebración.
La festividad se inicia con un periodo de preparación llamado «la novena», el cual concluye el primero de febrero con las misas de alba, la bendición de ceras y el traslado de la sagrada imagen desde su santuario hacia la Catedral de Puno.
El dos de febrero, día central de la fiesta de la Virgen de la Candelaria, se realiza una ceremonia litúrgica en la plaza principal de la ciudad. Luego la imagen es llevada en procesión por las calles del centro de la ciudad de regreso a su santuario acompañada de danzas, arreglos de flores y altares.
Durante la primera semana de febrero llegan a la ciudad de Puno una gran cantidad de conjuntos de músicos y danzantes provenientes de diversos distritos y provincias de la región. Ellos previamente realizaron ensayos en sus localidades.Estas reuniones forman parte de una larga tradición y son ocasión para el encuentro de la población y la convivencia comunal e intergeneracional. Los niños aprenden las melodías y coreografías de las danzas que se ejecutarán en honor a la Virgen.
Luego de participar en el concurso organizado por la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno, se presentan frente al santuario de San Juan Bautista, donde se encuentra la imagen sagrada. La presentación de las denominadas danzas autóctonas, ya sea en el concurso como en las calles, se ha constituido con el tiempo en un espacio para obtener reconocimiento por parte de las comunidades quechuas y aymaras cuyas vestimentas tradicionales y danzas expresan la identidad de cada comunidad.
Con motivo de la festividad se puede apreciar una creciente y variada producción artesanal de trajes, de botas, guante y otros implementos. Algunas de las tiendas, que alquilan o venden trajes para la presentación en honor a la Virgen, son parte de larga tradición familiar, cuyos conocimientos se han transmitido de generación en generación. Debido a la sofisticación e innovación de los diseños, las casas de bordados adquieren reconocimiento formando parte fundamental de la festividad. Asimismo la elaboración de las máscaras tradicionales que integran las danzas es una labor que ha tenido, desde siempre, un gran contenido simbólico pues las representaciones que se plasman guardan estrecha relación con entidades sobrenaturales, así como con animales considerados sagrados en la cosmovisión andina. Son las máscaras de yeso las que logran plasmar con mayor detalle esta relación; sin embargo también se puede apreciar en las máscaras de hojalata. Los fabricantes de máscaras son también uno de los pilares de la celebración de la Virgen, puesto que sus técnicas, diseños tradicionales e innovaciones suelen transmitirse dentro del círculo familiar y muchas veces sus creaciones son tomadas como símbolo de la festividad.
Los conjuntos de danzas tradicionales de la zona urbana se crearon a partir de organizaciones barriales y de gremios laborales. Estos conjuntos urbanos también se preparan y organizan en honor a la Virgen. Sus ensayos se realizan meses antes y motivan alegría y refuerzan la identidad de los puneños.
El domingo posterior al día central se realiza el concurso de danzas denominado De trajes de luces, donde una gran cantidad de conjuntos compiten. Los conjuntos de trajes de luces reúnen centenares de personas en escena, ataviadas con indumentaria especialmente diseñanada especialmente para la danza, y que suele renovarse cada año como parte de la veneración hacia la Virgen.
Cada conjunto contrata bandas de músicos que acompaña la presentación. Los conjuntos más númerosos cuentan hasta con 5 bandas de música.
Como parte de la festividad se realiza una Parada y Veneración a la Virgen. Los principales conjuntos de danzantes autóctonos y mestizos se presentan en un recorrido de más de tres kilómetros y rinden homenaje a la imagen sagrada que es colocada frente a su santuario. La Parada y Veneración es la actividad de mayor convocatoria de la festividad. Miles de espectadores se disponen en las calles para apreciar a los conjuntos en una celebración que dura hasta el día siguiente y es ocasión para el festejo y la algarabía de toda la ciudad. Esta es la culminación de la celebración pública de la Virgen de la Candelaria.
En los días posteriores, cada conjunto organiza una reunión de despedida denominada Kacharpari, donde se hacen los compromisos para el siguiente año, asegurando la continuidad de las tradiciones consideradas valiosas para la población.
La Festividad de la Virgen de la Candelaria es el símbolo de identidad de Puno, región caracterizada por una enorme diversidad cultural. Es un ejemplo de la importancia del patrimonio cultural inmaterial para la vida cotidiana, la convivencia en armonía y el desarrollo integral de la población.
Video: Ministerio de Cultura del Perú.
Fotografía (portada): Wilfredo Pacho.